Este proceso consta de buscar una montaña en donde no tenga la necesidad de volar, ahí instalarse y golpear su pico en la roca hasta que se desprenda. Después deberá esperar a que crezca uno nuevo, junto con el desarrollo de unas uñas nuevas para luego empezar a arrancarse las plumas viejas. Pero tras 5 meses de proceso sale triunfante, para seguir viviendo otros 30 años más.
Situaciones similares nos suceden a lo largo de la vida. Parece que hemos agotado nuestra creatividad y que no tenemos mucho que dar a nuestra vida, trabajo o nosotros mismos en este momento. Nuestra vida se vuelve gris y vieja.
O nos transformamos como las águilas o estamos condenados a morir antes de lo que quisiéramos. Solo así podremos deshacernos de ese pico enorme y deforme, de esas uñas viejas que ya no nos sirven para nuestro trabajo y de esas plumas incómodas para mantener la altura y la dirección y en unos días ese vuelo para renacer.
¿Y qué son esos picos, plumas y uñas de los que tenemos que deshacernos? Cualquiera puede identificarlos fácilmente en su vida: son esas reacciones, vicios y prácticas que nos impiden cambiar, que nos atan al pasado, a la mediocridad o a la falta de coraje para hacerlo mejor.
La decisión del Águila es un ejemplo sorprendente de las elecciones que debemos hacer en nuestras propias vidas.
Los cambios nunca han resultado fáciles para nadie, pero si los has pensado lentamente la decisión merecerá la pena. El águila debe tomar una difícil decisión en su vida. Tú, en su lugar, plantéate tomar la misma decisión. Solo confía en ti mismo.